13 febrero 2016

Las cosas se conjugan, se combinan, aveces con precisión enigmatica misteriosa.
No hay mucho para darle vueltas pero un codigo escondido que se va decifrando a medida que se sucede...

Hacía muchos días que no llovía en Montevideo, sin exagerar para mi fue uno de los días más calurosos del verano y más adentro de la cocina donde laburo, con los rusos.
Todos los viernes bajo al sotano de Kalima a escuchar Jazz, pido una botella de vino y me la tomo en una mesa si hay libre.
Tengo muchos detalles para estos dos parrafos pero estoy con pucho en la boca sin prender y además a medida que voy escribiendo se desgasta todo lo bueno del asunto.

Después de pedir el vino vi a Marina sentada en la escalera y me preguntó si era yo; fue muy fuerte ver a esa chica trentina que conocí cuando yo vivía en Tiarno di Sopra y que años más tarde nos iría a visitar a Michela y a mi en nuestra casa de Barcelona.
Al sax estaba Hector, nacido en Baires pero que vive en Sao Paulo y que en los años 70 tocó en muchos lugares de Italia como Viareggio... La hizo pelota, llovió, tutti, no tengo ganas de escribir, hace mucho que no escribo.